Noche del 1 de diciembre de 1868, una madre madrileña se ve forzada a abandonar a su hijo recién nacido a las puertas de la Inclusa, lugar que se encargaba de acoger a niños abandonados o entregados por sus padres a la beneficencia. Al bebé lo acompaña una nota: "Este niño nació a las seis de la mañana. Está sin bautizar y rogamos que le ponga por nombre Eloy Gonzalo García, hijo legítimo de Luisa García, soltera, natural de Peñafiel". Así comienza la vida de este militar español, determinante en uno de los episodios de la Guerra de Cuba, concretamente en la pequeña localidad de Cascorro, a unos 60 kilómetros de La Habana.
Tras su llegada a la Inclusa, denominada así por una talla de Nuestra Señora de la Soledad que trajo un soldado de Enkhuizen (Holanda) durante el reinado de Felipe II, Eloy Gonzalo fue dado en adopción a la mujer de un guardia civil que acababa de perder un hijo. Ya en la edad adulta se alistó en el ejercito donde llegó a ser cabo en el Regimiento de Dragones de Lusitania, más adelante buscó futuro en el Real Cuerpo de Carabineros y la fortuna quiso que conociera a una joven que le cambiaría la vida.
El Héroe de Cascorro hizo preparativos para casarse con esta joven, pero una noche de 1895 la pilló siéndole infiel con un teniente, al que amenazó con su arma. La falta le costó la expulsión del cuerpo y una condena de 12 años en la cárcel militar de Valladolid. Poco tiempo pasó en la misma, ya que la Guerra de Cuba estalló y obligó al Gobierno a reclutar a todos los efectivos posibles, lo que supuso que los militares convictos por faltas leves podrían volverse a alistar, siendo enviado a Cuba en el año 1896 en el Regimiento de Infantería de María Cristina número 63.
En una de las contiendas el regimiento español se encontraba acorralado por cerca de unos 3.000 enemigos, siendo menos de 200 españoles los que guardaban la plaza, lo que suponía una inminente derrota pero, el capitán Francisco Neila de Ciria propuso incendiar el fortín que los cubanos usaban como bastión. Para ello se necesitaba a un hombre con gran valor, ya que era una misión prácticamente suicida. Eloy Gonzalo dio un paso al frente, al fin y al cabo, nadie le esperaba en España y de salir bien podría relanzar de nuevo su carrera militar, truncada otrora por una mujer.
Una lata de petróleo para incendiar la posición enemiga, un fusil Mauser y una cuerda atada a su cintura, para poder rescatar su cuerpo en caso de que le mataran, única condición del huérfano de la Inclusa, fueron suficientes para encumbrar su figura. Eloy cumplió con su cometido y regresó indemne a su posición, la cual fue liberada pocos días después por una columna militar española dirigida por el general Jiménez Castellanos. Había nacido una leyenda, una historia que pronto se extendió por toda Cuba y España.
Aunque muchas personas piensen que ese fue su final, Eloy Gonzalo siguió luchando por España en tierras cubanas, distinguido con la Cruz de Plata al Mérito Militar, hasta que fallece por una enfermedad intestinal el 18 de junio de 1897 en el Hospital Militar de Matanzas. Sus restos mortales fueron repatriados y actualmente descansan en el mausoleo del Cementerio de la Almudena de Madrid dedicado a los caídos de Cuba y Filipinas.
España perdió una guerra, pero Madrid ganó un héroe que a día de hoy podemos contemplar en la plaza de Cascorro, llamada anteriormente de Nicolás Salmerón, desde que el 5 de junio de 1902 el rey Alfonso XIII inaugurara el monumento en su honor, obra del escultor Aniceto Marinas.
Madrid está esperando a que la descubras…
Monumento a Eloy Gonzalo |
Tras su llegada a la Inclusa, denominada así por una talla de Nuestra Señora de la Soledad que trajo un soldado de Enkhuizen (Holanda) durante el reinado de Felipe II, Eloy Gonzalo fue dado en adopción a la mujer de un guardia civil que acababa de perder un hijo. Ya en la edad adulta se alistó en el ejercito donde llegó a ser cabo en el Regimiento de Dragones de Lusitania, más adelante buscó futuro en el Real Cuerpo de Carabineros y la fortuna quiso que conociera a una joven que le cambiaría la vida.
La Inclusa |
El Héroe de Cascorro hizo preparativos para casarse con esta joven, pero una noche de 1895 la pilló siéndole infiel con un teniente, al que amenazó con su arma. La falta le costó la expulsión del cuerpo y una condena de 12 años en la cárcel militar de Valladolid. Poco tiempo pasó en la misma, ya que la Guerra de Cuba estalló y obligó al Gobierno a reclutar a todos los efectivos posibles, lo que supuso que los militares convictos por faltas leves podrían volverse a alistar, siendo enviado a Cuba en el año 1896 en el Regimiento de Infantería de María Cristina número 63.
La Inclusa - LXIII - Plano de Texeira |
En una de las contiendas el regimiento español se encontraba acorralado por cerca de unos 3.000 enemigos, siendo menos de 200 españoles los que guardaban la plaza, lo que suponía una inminente derrota pero, el capitán Francisco Neila de Ciria propuso incendiar el fortín que los cubanos usaban como bastión. Para ello se necesitaba a un hombre con gran valor, ya que era una misión prácticamente suicida. Eloy Gonzalo dio un paso al frente, al fin y al cabo, nadie le esperaba en España y de salir bien podría relanzar de nuevo su carrera militar, truncada otrora por una mujer.
Plaza de Cascorro |
Una lata de petróleo para incendiar la posición enemiga, un fusil Mauser y una cuerda atada a su cintura, para poder rescatar su cuerpo en caso de que le mataran, única condición del huérfano de la Inclusa, fueron suficientes para encumbrar su figura. Eloy cumplió con su cometido y regresó indemne a su posición, la cual fue liberada pocos días después por una columna militar española dirigida por el general Jiménez Castellanos. Había nacido una leyenda, una historia que pronto se extendió por toda Cuba y España.
Monumento a Eloy Gonzalo |
Aunque muchas personas piensen que ese fue su final, Eloy Gonzalo siguió luchando por España en tierras cubanas, distinguido con la Cruz de Plata al Mérito Militar, hasta que fallece por una enfermedad intestinal el 18 de junio de 1897 en el Hospital Militar de Matanzas. Sus restos mortales fueron repatriados y actualmente descansan en el mausoleo del Cementerio de la Almudena de Madrid dedicado a los caídos de Cuba y Filipinas.
Dibujo de Eloy Gonzalo |
España perdió una guerra, pero Madrid ganó un héroe que a día de hoy podemos contemplar en la plaza de Cascorro, llamada anteriormente de Nicolás Salmerón, desde que el 5 de junio de 1902 el rey Alfonso XIII inaugurara el monumento en su honor, obra del escultor Aniceto Marinas.
Madrid está esperando a que la descubras…
No hay comentarios:
Publicar un comentario